miércoles, 27 de enero de 2010

Prosoema en verso de poema III

Guijómini orol fata quest frihidihidá.
Tolam des yomios crual dat,
rejúmena klos west trifa rabák
gonjenandn fres tirus mas quazmá.

Jurime, jurime,
trota pol esfrigie,
klosa des ñores xun igihie.

¡Um blatona, grisá!
Qlum xañona,
volá.

jueves, 21 de enero de 2010

Prosoema II

El descanso eterno es aquel que te desnuda completamente y mira al pecho, fijo, sintiendo cómo a la vez se desviste él, se acerca,
corre unas cortinas y cierra los ojos para besar tu hombro izquierdo, eriza unos cabellos hasta
entonces desconocidos y te empalma, fuerte, doloroso, capaz de tumbar a cualquier puta descosida,
notando además que sus lágrimas comienzan a fusionarse con las primerizas gotas seminales,
empapando el vacío, rompiendo la lógica del llanto, diseminando vida por todos lados,
¡pobres espermatozoides!, amárrense a esos caleidoscopios llamados flagelos, limpios, coloridos, pobres, resueltos a discernir
las entrañas de este Thanatos tan lento en sus movimientos, que lame la axila, ansía sentir cada filamento velloso en todas las honduras labiales, copular con
el sentimiento mientras le hace una mamada al amor, desvirgarte por fin, hacerte creer que, de verdad, estás muerto y no en una cama rodeado de sábanas rubíes, dos fundas de condón,
una humareda grisácea y el cálido aliento sabor ceniza saliendo del regazo de la Belleza, arrugada, grasienta, bella.

martes, 19 de enero de 2010

Prosoema I

Deambulando por la orilla oscura, descubro un par de carrozas. Son altas, desniveladas, pero estables en el barro. Sus conductoras se descubren ante mí sólo cuando llevo curvado aquello. Cara morena, vista por muchos pero observada por pocos. Sin labios, sin nariz ni orejas, ojos en rama, único pecado exento de religión. Debo atender a sus pupilas, aunque no tienen... Mediante telepatía (creo, pues nunca me habló una vocecilla femenina en mi cabeza) me dicen que sí. A la izquierda no, al centro no, derecha tampoco, abajo menos... Déjome guiar por las brújulas de Adán. Nada. Quizá...

Encojo los pies, me toco los talones y desnivelo mi líbido, enfriar-la-mente-dejar-el-sexo-cópula-cópula-cópula-cópula-cópula-cópula-cópula-cópula-cópula-cópula-cópula-cópula...la la la. Ya. El sueño de los justos. Me volví humano, me volví sueño, dos sonidos guturales y se acabó.

Ahora percibo las pupilas. Holgadas, comen, cenan, se reproducen, mueren y vuelven a morir, y morir, y morir, y morir, y morir para terminar renaciendo. No fénix, sí moscas, caracoles con alas, muñones e ira, una especial.

¿Y el Infierno es aquello, maldito aprendiz de parnasiano?
-No, quedaste en vida. Despierta. Se te cayeron las curvas. Vuelves a ser rectilíneo, triangular, dodecaedrístico.